miércoles, 11 de enero de 2012

Año nuevo, aula nueva. BIS

Dejad que respire profundamente antes de sumergirme una vez más en este relato. Entended que para mí, ha sido narrado ya un número significativo de veces. Me tienta Hacer copypaste de la versión que le di a mi novio.

...

Es más, voy a hacerlo.

Vale, me cambia la fuente, tengo que modificar mucho y me da pereza. Pos na.

Era una fría mañana de enero de 2012, este nuestro último año de vida. Segundo día de clase para estos locos. El autobús llegó a mi última parada a las 8:20 de la mañana. Bien, tiempo para cargar el pc y arreglar los papeles.

Si claro.

Al abrir la puerta, encontré dos caras desconocidas. Y desconcertantes. Estaban estudiando. ¿El segundo día de clase? Algo no encaja. Me acerco a la mesa del profesor sin soltar la mochila. Hay apuntes sin la palabra China o Asia. Mención al IES Galileo Galilei.

De acuerdo, salgo del aula tal y como entré. Bueno, no, más rápida.

Bajo a hablar con el conserje sobre estas misteriosas presencias que se han manifestado en nuestro aula.

- No es posible, no hay nadie de ningún máster aquí hasta el 16.

Insertar más formas de decir lo mismo sin llegar a ningún lado. Hastiada, me dirijo al aula, y por el camino pregunto a uno que parece dirigirse allí. Estudiante de máster de enseñanza secundaria. Y tiene examen en nuestro aula.

Vale.

Voy a procurar no calentarme preguntándome por qué los ocnserjes no saben la fecha de los exámenes, teniendo un panel enorme con papeles que ellos mismos han colgado.

Entro al aula y les explico la situación. Pido que alguno me acompañe a aclararlo. Ninguno sale conmigo, por supuesto. Me dicen que ya saldrán cuando falten 5 minutos y se meterán con otros que tambien se examinan.

De nuevo en conserjería, le explico la situación al conserje. Al mismo tiempo, aparece una profesora de ese mismo master que dice necesitar un aula mayor. Es la profesora de la clase en la que se supone que iban a entrar tambien los que están en nuestro aula. Empiezo a ver nuevos problemas.

Tras varios minutos viendo el cuadrante de exámenes y aulas, el conserje se acerca a mi y me dice que subamos, que pase lo que pase el aula es ahora nuestra.

No sé si me seguís, pero ya van un buen número de subidas y bajadas de una planta baja a un segundo piso. Pro tanto, entenderéis que me molestara ligeramente cuando al subir, me encuentro con  lo que os contaré a continuación, pero antes me gustaría destacar el detalle de que me fijo en que el compañero del conserje con el que he hablado está abriendo una puerta, pero se va sin más. No me huele bien, pero entro de todas formas para encontrarme con que el profesor está dentro, repartiendo exámenes.

Me acerco para explicarle la situación, pero me dice que suba a hablar con él un conserje de forma brusca. A estas alturas de la mañana, la paciencia me ha ido abandonando, y su tono de autosuficienciencia y superioridad me sienta mal.

Dejo a mis compañeros arriba, y bajo de nuevo a hablar con el conserje. Esta vez, la historia que me cuenta trata sobre cómo su compañero ha ido a abrir el otro aula y a decirle al profesor que debe cambiarse a esa otra. Sin embargo, la aparición de su compañero desmiente esta última parte.

Suben a hablar con el profesor. Yo, ya cansada y con ganas de matar o comerme mi gofre, me quedo abajo a la espera de la conclusión.

De nuevo el tiempo pasa a mi alrededor. Narro unas cuantas veces más la historia a los que van llegando. Sigue pasando el tiempo.

Por fin aparece un conserje, al que pregunto y me dice que vayamos arriba. Al pasar, el examen sigue en nuestra aula. Por supuesto, hemos sido nosotros los movidos. Al entrar me quejo a Yao por su abandono hacia mi persona, y por supuesto, es que el conserje ha dejado de nuevo su trabajo a medias y se le olvidó avisar del final de la historia.

Con un último gesto de "I'm watching you" al delegado por no haber estado en toda esta movida, tomo asiento por fin, deseándoles a los examinados cuantos más tardones despistados de mi clase interrumpiéndoles la clase como fuera posible.

Y esto no ha hecho más que empezar.




Año nuevo, aula nueva.

Servidora es una alumna que vive alejada de este templo del saber (saber... qué uso de la fría ironía que tengo). Por ello, huyendo de posibles atascos, acostumbro a llegar temprano, si no la primera la segunda.

El primer día no tuvo ninguna consecuencia más que un paseillo inútil a la primera planta donde se suponía que ibamos a ser instalados: un lugar más bello, luminoso, cerca de la fuente de oro marrón negruzco...

Pero nuestros enemigos naturales como estudiantes no lo hicieron tan sencillo.

Y no, no  corráis a pensar que los profesores son nuestro peor enemigo. Porque al final, los que tienen en sus manos el destino de nuestro río de saber, de nuestro calor y nuestra luz, son ELLOS.

Sí, ellos, los conserjes. Esas criaturas que están en todo centro, pero nadie sabe bien por qué les han asignado dicho papel. Está por descubrir el primer espécimen que sea eficiente. Pensad en Filch, por ejemplo. Nunca fue realmente útil, y no por squib precisamente. La loca de los gatos Figg era muy útil. Su inutilidad, amigos, residia en el hecho de que fuera conserjes. Yao Wang tiene la amabilidad de recordarme que Filch encierra a los Slytherin, pero no de motu propio, estamos todos de acuerdo, ¿cierto? Pues lo mismo, no verás un conserje tomando la iniciativa. Nunca.

Nuestra verdad de hoy es que nos miraron con cara de "no estáis en vuestros cabales", a.k.a. estáis como cabras y sois unos raritos. Nuestra empresa les debe resultar cuanto menos, digna d econtar como anécdota en cenas navideñas.

Y con esta cara, fuimos guiados a nuestra nueva aula, que NO, no es la esperada, sino la de arriba. Lo cual estaría bien, de no ser porque las sillas son igual de incómodas o más, según me comentan mis vértebras.

Aún así, estabamos felices, era un cambio positivo, habíamos ganado enchufes.

Qué poco sospechábamos lo que nos aguardaba al día siguiente.

Corrijo. Qué poco sospeché lo que ME aguardaba al día siguiente.