lunes, 1 de julio de 2013

Bienvenidos al Grado de Estudios de Asia Oriental, promoción 2013-2014

Veo el éxito que ha cosechado el blog durante el periodo de inscripción para acceso a la universidad y no sé qué sentir. He oído que este año la nota de corte está bastante alta, al menos en la primera tanda de inscritos.

Ilusos.

Pensaréis "Eh, tengo buena nota, seguro que me va bien". O "Oye, la nota es altilla, puede que merezca la pena". Ojalá llevéis razón. Ojalá haya habido cambios suficientes en septiembre. Pero no contéis con ello.

Para empezar, sabed que el centro, pues eso, da pena. Casi la misma que antes. Ahora hay microondas y tostador, pero hay quien ha recibido una descarga, y mientras esté la gente de la cafetería, os mirarán mal por usarlos y aún peor si metéis comida en el comedor que ellos creen que es suyo, cuando no es así.

Tenemos un aula de informática en un comodísimo horario de 9 a 14, que es básicamente desde que empiezan las clases hasta que acaban. Vamos, que uso útil para hacer trabajos en grupo, pues poco.

Una sala de estudio donde debéis guardar un silencio sepulcral (compartida con los de máster) y donde, de nuevo, nada de trabajos en grupo.

Un aula de delegación minúscula que los directivos creen que es adecuada y suficiente para los trabajos en grupo. Sí, un aula de máximo unos 12 para todo el centro, y que sólo dan llave si eres miembro de delegación.

E insisto tanto en los putos trabajos en grupo porque básicamente es todo lo que haréis. Trabajo tras trabajo donde debéis coordinaros como podáis con gente que no conoceréis y que vivirá cada uno en la quinta puñeta.

Pero eh, no tenéis derecho a quejaros, porque lo tenéis muy fácil porque son trabajitos. De cosas que no conocéis o que conocéis vosotros pero no el profesor y os evaluará como le salga. Pero sin presiones.

Hablemos del acceso para personas con discapacidad. Jodido tirando a nulo, la puerta del lado con rampa tienes que ir a pedir que la abran. Subiendo como una docena de escalones. Si tu problema es del ámbito mental, no te preocupes, puedes ser todo lo molesto que quieras en clase con tus compañeros, que nadie te dirá nada y muchos te reirán las gracias aunque estés jodiendo la vida de otros. Si por otro lado sufres de algo de carácter social, que sepas que es mentira. Nuestro querido coordinador del grado opina que "eso son tonterías de ahora que somos una generación que no ha pasado hambre, y se pasaría si hubiéramos sufrido lo que nuestros abuelos". La parte de la buena hostia, como no la recuerdo, no la voy a citar. La psicología por tanto debe ser algo inventado para sacar los cuartos a gente con mucha tontería, y estudiarla debe ser algo de mentira y de broma.

Si sufrís de acoso si que tendréis la suerte de contar con el apoyo de este señor, eso sí. Pero tampoco esperéis que haga nada más. De hecho, no debe afectaros en lo más mínimo y si faltáis a clase porque no queréis verle la cara al que sea, no dudará en echároslo en cara.

Y este hombre da para un libro entero, pero vamos a continuar con las becas de movilidad. Él es todopoderoso y sabe lo que os conviene sin necesidad de saber qué haréis en el futuro, y por tanto, se considerará en derecho a deciros qué asignaturas tenéis que coger o no. Y con él, tendréis a la encantadora Carmen, trabajadora en relaciones internacionales. Que, bueno, trabajar, seguramente trabaje bajo la mesa, porque rara vez la encontraréis cuando la necesitéis. Y de información va pegadita. Y de inglés ni os digo. Ah, eso, el inglés sólo lo domina el becario, el resto de relaciones INTERNACIONALES no tiene ni idea. Ni siquiera el traductor os ayudará si lo que necesitáis es algo ligeramente distinto a lo que hace habitualmente.

Una vez echada la beca, os dirán cuando estéis a 3 días de fin de plazo, que necesitáis un certificado de inglés. Todos a correr a sacarse el título... que poco después sabréis que no piden en todas, y en otras necesitaréis otro distinto. Decid adiós a unos 200€.

Si vuestra beca no está clara que sea aceptable por las razones que sean, llorad. Llorad porque quizás la universidad japonesa no responda, o quizás relaciones internacionales no os diga que os han respondido. Llegará el verano y no sabréis nada. Los vuelos subirán, y veréis que esos 2500€ no van a servir de mucho. Y como alguien tenga que interceder por vosotros para que entréis, pues sabed que el 90% del profesorado universitario no sabe hacer cartas de recomendación y/o no consideran que sea algo importante y la harán en el último momento deprisa, corriendo y dios sabe con qué nivel de inglés. Pero eh, sin presiones, no es que esté en su mano vuestro futuro ni nada por el estilo.

Y profesores...

Bueno, nuestro querido Jesús anda enfermo, y no ha podido dar nada de su segundo cuatrimestre. Sustituto mediocre que cree saber qué quitar del temario, por supuesto, según he oido.

Pedro Luengo ha dejado de dar arte, para nuestra desgracia. Estamos hablando de un hombre cuya especialidad es, si no recuerdo mal, Filipinas. Que probablemente no haya nadie más que sepa de algo remotamente cercano a esta carrera. Pero en fin, se ve que el hombre no daba la talla.

No como el de literatura, especialidad en literatura española del siglo XV, creo que era, aunque no me hagáis mucho caso. Pero vamos, bien lejos. El hombre puede parecer que le pone ganas, está estudiando chino, según he oido. Sin embargo, seguimos sin haber visto de lejos un trozo de la primera novela japonesa. Eso sí, libros bizarros japoneses sobre temas repetitivos, todos los que quieras en Literatura Moderna de segundo año.

La dominátrix de política se fue para dejar paso a otros dos, pasando a un total de 4 profesores para una asignatura de enero a junio. Encantador y nada confuso, me han dicho. Ah, y parece ser que uno de los cuatro quiere largarse porque está asqueado del centro y las trabas que le ponen para todo lo que intenta hacer el hombre. No le culpo.

Trabas y hacer me recuerdan que las conferencias nunca se avisan con antelación de más de 24 horas, de asistencia obligatoria y en fechas tan cómodas como el penúltimo día de clase a modo de clausura (?), o en mitad de los exámenes de diciembre y junio, o siempre cortando una misma asignatura... y serán muchas, y a menudo bastante inútiles. Pero debemos estar agradecidos de que se hagan, por supuesto, y si dejamos de ir no se harán. Y seremos unos flojos. Podría entenderse que queremos que dejen de tomarnos el pelo, pero no, en nuestra facultad se entiende por flojera. Si no te hincas de rodilla ante el mandamás de turno es flojera.

Oh, y el aula de cultura. Básicamente, no hay. Servidora lo ha intentado siguiendo los pasos que a medias decían unos, a medias otros. La conclusión ha sido que he perdido el tiempo. Unos dirán que tiene que hacerlo delegación, otros que los alumnos, pero lo ciertos es que somos una facultad fantasma que ni siquiera tiene delegación reconocida, mucho menos alguien con competencia para ayudar a levantar esto. Los directivos llegaron a decirnos que no nos preocupásemos, que ellos estaban en ello y ya avisarían. Ya avisarían. Ya avisarían cuando el plazo de solicitudes cerrase, por supuesto, para decir que ellos habían solicitado para algo que a día de hoy es un misterio. Así que nada, pese a la amable oferta de más de un conferenciante de proporcionar material para la biblioteca (sí, seguimos sin biblioteca, por supuesto) y/o aula de cultura, no hemos podido acoger dichas donaciones.

Si alguien llega detrás de mí y la monta y le resulta sencillo y se quiere reír de mi inutilidad, por favor que no se abstenga de ello en los comentarios, si lo considera adecuado. Yo le felicitaré sinceramente mientras sigo a mi bola, que es lo que el centro me ha enseñado que debo hacer, agachar la cabeza y no meterme en nada.

Y tengo muchas más opiniones y quejas, pero mi tontería dice que quizás si sigo pensando en todo esto quizás no me presente al examen que me queda, y bueno, mejor me marcho por hoy. Si tenéis suerte, esta entrada marcará más que vendrán. Aunque dicen que la ignorancia da la felicidad.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Otra de conserjes

Bueno, seguimos vivos, aunque no lo haya parecido durante estos meses. El segundo cuatrimestre demostró ser un enemigo más fuerte y agotador que el primero, lleno de giros inesperados que restaron tiempo para poder continuar con este proyecto. Pero no creáis que hemos olvidado.

He decidido retomar un poco contando una pequeña aventura donde de nuevo los protagonistas somos los conserjes y yo. Esta vez la historia será más corta que la última.

Un día cualquiera en nuestra aula 2.0, un compañero enchufó su portátil a la pared y por alguna razón (cofcofinstalacionesmásantiguasquelosprofesorescof) aquello no salió bien y el enchufe explotó levemente. De esta parte no fui testigo directa, ya que me encontraba desayunando en ese momento, por tanto al llegar a clase me llamó la atención encontrar las luces apagadas pero no le di más vueltas.

Durante la clase, mi portátil se quejó de falta de batería, lo cual no tenía mucho sentido porque estaba enchufado. Miré al resto de mis compañeros enchufados y efectivamente, ninguno recibíamos corriente. Preguntando, me enteré de lo que había pasado mientras estaba fuera. Al seguir preguntando, me enteré que por alguna razón el delegado no había ido a avisar a nadie, no sé si por desconocimiento o pasotismo.

Tengo algo borroso qué pasó en medio, no recuerdo si vino el conserje al final en mitad de clase o al final, pero todo lo que alcanzó a decirnos es que todo debería funcionar, que todo estaba correcto. Mi cargador por supuesto discrepaba.

Al acabar la clase, me levanté y me atreví a tratar de abrir la caja de los plomos que había allí mismo, esperando encontrarla cerrada con llave. No sé por qué sigo pensando que la gente en este centro trabaja, la caja estaba abierta. Un rápido vistazo a los controles, todos eficientemente etiquetados, me sirvieron para ver enseguida que el problema estaba en que simplemente habían saltado los plomos, el conmutador general se encontraba bajado. Lo subí, temiendo que volviera a saltar lo cual indicaría que el daño habría sido grave, pero no, se quedó conectado y la clase recuperó la luz como si nada hubiera ocurrido. Y no volvieron a saltar en lo que quedó de curso.

Un día de estos debería exigir que me paguen.

Resurrección de entre los muertos...

Muy buenas. Después de este tiempo de pereza, de dejadez y de "deberíamos escribir algo en el blog"... He decidido contaros un poquito más de esta maravilla que es nuestro grado. Porque se nos quedaron muchas cosas en el tintero que, por suerte o por desgracia, os voy a empezar a contar ahora.

Pero por dónde empezar... Quizá por esta asignatura que es Literatura. Lo primero que piensas cuando lees "Literaturas Clásicas de Asia Oriental" es que, ¡oh! ¡Aprenderás sobre la cultura, sobre los libros de Asia!

Iluso. De eso nada. Para empezar, el profesor es un espécimen aparte digno de ser estudiado por cuenta propia. Licenciado en Lengua española, como su título indica, es un magnífico experto en literatura china y japonesa. Nunca olvidaremos sus magistrales clases en las que nos explicaba todo lo que había que saber sobre Jengi Managatari. Espera un momento... ¿Qué?

Exacto. Jengi Managatari. Cuatro meses estuvimos tratando de adivinar exactamente a qué se refería con ese título. Porque, claro está, no podía estar hablando de Genji Monogatari. Vamos, por favor. Pero sí, señores. Jengi Managatari y compañía fueron lo que nos acompañó durante todo el cuatrimestre. No os lo negaré, fueron tiempos difíciles. Invierno, ni una sola corriente cálida que nos salvase de aquellas gélidas corrientes. Si te despistabas y te dormías, podrías no volver a despertar jamás. Siempre cuidamos unos de otros, nos mantuvimos vivos, despiertos, y alejados de la catatonia permanente.

Al hecho de que eso de leer parece que no era el punto fuerte del señor, se suma el hecho de que, por decirlo rápidamente... Ese hombre no tenía ni puta idea. De absolutamente nada. Al principio del curso, dijo que no tendríamos examen, que la evaluación tendría lugar a través de los trabajos que iría mandando, y que debíamos hacer en grupo.

Avanzamos a través de tediosas horas de ganchillo (una hace lo que puede por no entrar en coma) y dedos congelados hasta enero. Entrega de trabajos, las personas de tu grupo pasan olímpicamente de su trabajo y te dejan hacerlo todo, y finalmente has acabado con esa asignatura. Já, já y já.

Publicación de notas, boicot por parte de tus compañeros de grupo y SUSPENDES. Porque, obviamente, uno de tus compañeros ha hablado con el profesor y ha logrado que éste no te escuche y se mantenga en sus trece. Fantástico, trabajos a repetir para septiembre. Y todo esto sabiendo que no has aprendido absolutamente nada de la asignatura.

Superas tu ansia asesina y volvemos a avanzar hasta septiembre. Día de la entrega de trabajos, algunos compañeros han hablado con el profesor, que les ha comunicado que hay que entregar los trabajos el día del examen, a la hora establecida. Tú llegas allí con tus trabajos, tus compañeros llegan con los suyos. El profesor no. Y esperas. Y esperas, y esperas. Media hora más tarde pierdes la paciencia y vas a hablar con el director del centro, que no se cree que el profesor pueda faltar a la entrega así como así.

Y así están las cosas. No sabemos si nuestros trabajos han sido entregados, ni si han podido contactar con el profesor. ¿Sabéis lo mejor? En segundo repite. Nos da la asigantura de Escrituras de Asia Oriental. Una asignatura que podría ser preciosa, totalmente arruinada por culpa de un incompetente que no sabe preparar lo que debe enseñar.

Yo, por mi parte, pienso invertir esas horas en pasar por la cafetería de al lado de la facultad y tomarme un muy merecido desayuno.

PD: Me recuerda mi co-autora Hikari, que debería mencionar que este señor pierde trabajos físicos. Efectivamente, la razón por la que se me suspendió en esta asignatura fue que el profesor perdió dos trabajos que mis compañeros parece ser que habían presentado de manera doble: una por su cuenta y otra como grupo (que había hecho yo en su totalidad). Por lo tanto, el profesor tenía sus trabajos, pero ninguno mío. Y se hizo el milagro.

miércoles, 11 de enero de 2012

Año nuevo, aula nueva. BIS

Dejad que respire profundamente antes de sumergirme una vez más en este relato. Entended que para mí, ha sido narrado ya un número significativo de veces. Me tienta Hacer copypaste de la versión que le di a mi novio.

...

Es más, voy a hacerlo.

Vale, me cambia la fuente, tengo que modificar mucho y me da pereza. Pos na.

Era una fría mañana de enero de 2012, este nuestro último año de vida. Segundo día de clase para estos locos. El autobús llegó a mi última parada a las 8:20 de la mañana. Bien, tiempo para cargar el pc y arreglar los papeles.

Si claro.

Al abrir la puerta, encontré dos caras desconocidas. Y desconcertantes. Estaban estudiando. ¿El segundo día de clase? Algo no encaja. Me acerco a la mesa del profesor sin soltar la mochila. Hay apuntes sin la palabra China o Asia. Mención al IES Galileo Galilei.

De acuerdo, salgo del aula tal y como entré. Bueno, no, más rápida.

Bajo a hablar con el conserje sobre estas misteriosas presencias que se han manifestado en nuestro aula.

- No es posible, no hay nadie de ningún máster aquí hasta el 16.

Insertar más formas de decir lo mismo sin llegar a ningún lado. Hastiada, me dirijo al aula, y por el camino pregunto a uno que parece dirigirse allí. Estudiante de máster de enseñanza secundaria. Y tiene examen en nuestro aula.

Vale.

Voy a procurar no calentarme preguntándome por qué los ocnserjes no saben la fecha de los exámenes, teniendo un panel enorme con papeles que ellos mismos han colgado.

Entro al aula y les explico la situación. Pido que alguno me acompañe a aclararlo. Ninguno sale conmigo, por supuesto. Me dicen que ya saldrán cuando falten 5 minutos y se meterán con otros que tambien se examinan.

De nuevo en conserjería, le explico la situación al conserje. Al mismo tiempo, aparece una profesora de ese mismo master que dice necesitar un aula mayor. Es la profesora de la clase en la que se supone que iban a entrar tambien los que están en nuestro aula. Empiezo a ver nuevos problemas.

Tras varios minutos viendo el cuadrante de exámenes y aulas, el conserje se acerca a mi y me dice que subamos, que pase lo que pase el aula es ahora nuestra.

No sé si me seguís, pero ya van un buen número de subidas y bajadas de una planta baja a un segundo piso. Pro tanto, entenderéis que me molestara ligeramente cuando al subir, me encuentro con  lo que os contaré a continuación, pero antes me gustaría destacar el detalle de que me fijo en que el compañero del conserje con el que he hablado está abriendo una puerta, pero se va sin más. No me huele bien, pero entro de todas formas para encontrarme con que el profesor está dentro, repartiendo exámenes.

Me acerco para explicarle la situación, pero me dice que suba a hablar con él un conserje de forma brusca. A estas alturas de la mañana, la paciencia me ha ido abandonando, y su tono de autosuficienciencia y superioridad me sienta mal.

Dejo a mis compañeros arriba, y bajo de nuevo a hablar con el conserje. Esta vez, la historia que me cuenta trata sobre cómo su compañero ha ido a abrir el otro aula y a decirle al profesor que debe cambiarse a esa otra. Sin embargo, la aparición de su compañero desmiente esta última parte.

Suben a hablar con el profesor. Yo, ya cansada y con ganas de matar o comerme mi gofre, me quedo abajo a la espera de la conclusión.

De nuevo el tiempo pasa a mi alrededor. Narro unas cuantas veces más la historia a los que van llegando. Sigue pasando el tiempo.

Por fin aparece un conserje, al que pregunto y me dice que vayamos arriba. Al pasar, el examen sigue en nuestra aula. Por supuesto, hemos sido nosotros los movidos. Al entrar me quejo a Yao por su abandono hacia mi persona, y por supuesto, es que el conserje ha dejado de nuevo su trabajo a medias y se le olvidó avisar del final de la historia.

Con un último gesto de "I'm watching you" al delegado por no haber estado en toda esta movida, tomo asiento por fin, deseándoles a los examinados cuantos más tardones despistados de mi clase interrumpiéndoles la clase como fuera posible.

Y esto no ha hecho más que empezar.




Año nuevo, aula nueva.

Servidora es una alumna que vive alejada de este templo del saber (saber... qué uso de la fría ironía que tengo). Por ello, huyendo de posibles atascos, acostumbro a llegar temprano, si no la primera la segunda.

El primer día no tuvo ninguna consecuencia más que un paseillo inútil a la primera planta donde se suponía que ibamos a ser instalados: un lugar más bello, luminoso, cerca de la fuente de oro marrón negruzco...

Pero nuestros enemigos naturales como estudiantes no lo hicieron tan sencillo.

Y no, no  corráis a pensar que los profesores son nuestro peor enemigo. Porque al final, los que tienen en sus manos el destino de nuestro río de saber, de nuestro calor y nuestra luz, son ELLOS.

Sí, ellos, los conserjes. Esas criaturas que están en todo centro, pero nadie sabe bien por qué les han asignado dicho papel. Está por descubrir el primer espécimen que sea eficiente. Pensad en Filch, por ejemplo. Nunca fue realmente útil, y no por squib precisamente. La loca de los gatos Figg era muy útil. Su inutilidad, amigos, residia en el hecho de que fuera conserjes. Yao Wang tiene la amabilidad de recordarme que Filch encierra a los Slytherin, pero no de motu propio, estamos todos de acuerdo, ¿cierto? Pues lo mismo, no verás un conserje tomando la iniciativa. Nunca.

Nuestra verdad de hoy es que nos miraron con cara de "no estáis en vuestros cabales", a.k.a. estáis como cabras y sois unos raritos. Nuestra empresa les debe resultar cuanto menos, digna d econtar como anécdota en cenas navideñas.

Y con esta cara, fuimos guiados a nuestra nueva aula, que NO, no es la esperada, sino la de arriba. Lo cual estaría bien, de no ser porque las sillas son igual de incómodas o más, según me comentan mis vértebras.

Aún así, estabamos felices, era un cambio positivo, habíamos ganado enchufes.

Qué poco sospechábamos lo que nos aguardaba al día siguiente.

Corrijo. Qué poco sospeché lo que ME aguardaba al día siguiente.

lunes, 12 de diciembre de 2011

De cafeses y cafetes.

O, como también suele llamárseles, cafés. Elemento imprescindible en cualquier universidad, eso está claro. Porque, metiéndote en ese microclima siberiano al que llaman Centro de estudios de Posgrado y Doctorado a las nueve de la mañana, en diciembre, sin algo calentito no aguantas esas cuatro horas y media. No, se te congelan los dedos, te tendrían que amputar las piernas directamente. Lo cual me lleva a un hecho de lo más curioso: creo que no nos consideran seres humanos.

Esta es una de esas cosas que ves venir cuando, en septiembre, te meten en un aula cerrada junto a sesenta personas más. Cuarenta (y pico) grados. Sin aire acondicionado, porque no funciona, o porque han robado cables. Sin ventilación. Pues no, no te consideran humano. Porque el sufrimiento es de débiles, y tú te has matriculado en el grado de Estudios de Asia Oriental. Para haberlo conseguido tienes que ser, como mínimo, un semidios. Y de ahí para arriba. Y, como todos sabemos, los semidioses y demás criaturas divinas no sufren, lo soportan todo.

Cualquiera diría que, bueno, en la transición de verano a otoño, y de otoño a invierno, se estará bien allí, porque las temperaturas bajan. Já. Bajan fuera, no dentro. Ya puedes ir con mangas largas, que dentro vas a tener que ir en tirantas. Y cuando salgas a respirar (porque, recordemos, dentro no hay oxígeno), agárrate. Los listillos podrán decir que, oye, entonces en invierno eso tiene que estar estupendamente, ese calorcito dentro de clase. Já, já. El día menos pensado, se pasa de clima desértico veraniego a clima siberiano invernal. A joderse todos. Porque si no nos pusieron aire acondicionado en verano, en invierno no nos van a poner calefacción.

Pero bueno, volvamos a nuestro mundo de cafés, cafetes y cafeses. Estaba claro que esto no podía seguir así. Tras varios pies congelados y diversos dedos morados, un bello día me decidí a explorar. Me dije a mi misma... Oye, ¿y qué hay más allá del baño? Y allá me aventuré junto con mi compañera, ambas decidimos descubrir nuevos mundos. Y descubrimos, no un nuevo mundo, sino... Café. No una, sino dos máquinas de café. Y una de comida, y otra de bebidas frías. ¡Oh, dios mío! ¡El cielo se ha compadecido de nosotros! Já, já, y já. Estropeadas. Perdimos la esperanza y volvimos a nuestra,  por no llamarla de otra forma, clase. Pero, al día siguiente, una grata sorpresa nos esperaba. Esas pequeñas máquinas de café, esas de las que mi compañero y coautor de este blog hablaba en su entrada "El maravilloso mundo de los fondos sin fondo.". Esas máquinas habían salido adelante como unas campeonas, habían sobrevivido a los monstruos que querían acabar con ellas. Y ahí están, en un pasillo frío. Y, como las queremos tanto, como las visitamos todos los días al menos dos veces y les hacemos compañía, hoy nos han recompensado. Hoy, como las máquinas generosas que son, nos han regalado tres chocolates calientes. Sólo tres, porque no le permitieron regalar más, pero esos tres chocolates que nos calentaron el cuerpo y nos ayudaron a no morir de hipotermia siempre serán recordados.

martes, 22 de noviembre de 2011

"Jallimemachité"

Debiera presentarme en primer lugar, pero eso nunca se me ha dado bien y no creo que eso vaya a cambiar precisamente ahora. Así que vamos a temas más importantes, como son los que nos atañen a los alumnos de Estudios de Asia Oriental.

Y hoy la cosa va de idiomas. Por que claro, no puedes cursar un grado sobre China, Corea y Japón y no saber el idioma. Y quién mejor para enseñarnos las maravillas de las lenguas orientales que los profesores de este, nuestro grado.

Así pues, tenemos a nuestro excelentísimo profesor de Economía. Todos pensábamos que, dado su altísimo nivel de inglés (guiño, guiño) el japonés, chino y coreano iban a ser pan comido. En una clase magistral esta misma mañana, me demostró que no podíamos estar más equivocados. Y es que, señores, llevamos muchísimo tiempo equivocados, ¿Quién me iba a decir a mi que era Mao Ché Tún y no Mao Tse Tung, el máximo diregente del partido comunista en China? ¡Quemad los libros de historia! Hay que corregir semejante error garrafal. Y japoneses de mi alma, está muy mal que llameis zaibatsu a vuestros imperios económicos, ¡son Saibachus! ¡¡SAIBACHUS!! ¿Es que no lo veis?

Pero no queda aquí la cosa, si nos ponemos a registrar todos y cada uno de los nombres que se han visto alterados y andalucificados en este, nuestro grado....tendríamos que remontarnos a los tiempos de la dinastía Chán y no acabamos nunca.

Sea pues, yo me voy a seguir trabajando con mis vietnamitas y a pedir que, al menos, les den un cursillo acelerado a todo candidato a profesor en Estudios de Asia Oriental y eviten así, patinazos de este calibre y dejen de provocar las risas incontenibles del alumnando. O mejor, no.